Apareciste en la espera de aprender a olvidar cómo amar.
Perdido en la búsqueda de mi paz interior,
te encontré en medio de un viaje por el vasto mar emocional,
para transfigurarte en el norte de un náufrago a la deriva de sus pensamientos en plena tempestad.
Que ahora me atormentan todos los momentos que no estuviste conmigo,
y siento lástima por aquel tiempo perdido que no te tuve entre mis brazos.
Te convertiste en el vivo motivo para volver armar mis pedazos.
Tu imagen quedó fijada en el espejo que vislumbra mis ojos.
Tu perfume se convirtió en el rocío que inaugura mis mañanas.
Tu sonrisa en la luz que despierta todas mis ganas.
Ahora que por fin, te encontré, mi claridad…
Recobré la risa,
reescribí mis versos,
retomé el camino de la verdad.
Volví a tomar control de mi voluntad
y decidí entregarte toda mi libertad.
El mundo puede dejar de girar
el tiempo dejar de fluir,
la muerte dejar de existir,
las memorias por siempre olvidar.
Seremos la envidia de todo aquel cansado de esperar,
el complemento ideal del último poeta inspirado,
enloquecido sin medida por haber encontrado su nueva razón para amar.