Me niego a pensar que nací en este plano físico condicionado a un estilo de vida en específico decidido por la división política territorial en donde respiré por primera vez como ser humano, y el apellido que me etiqueta en representación tradicional de lo que pudo haber sido el escudo de mi familia en el pasado lejano, o mejor dicho, las personas que me dieron comida, techo, y afecto.
El hecho de haber nacido con o sin algún privilegio pre-establecido desde antes de tener conciencia me asienta en una categoría con características que definirán el resto de mi vida. “Injusto por completo” es el pensamiento inicial, pero luego de recapacitar unos momentos, hago las paces con la idea de que la persona que está al otro lado de esta misma moneda tal vez sea la bendecida por alguna autoridad suprema y nunca llegue a concebir este tipo de razonamiento porque nunca estuvo forzada a realizar su posición natural en este mundo.
Dejo mi imaginación aventurar al otro lado del charco, donde lo más seguro no llegaré a menos que sea por una visita imprevista o un tiro de suerte. Como los cometas que pasan cada mil años por la tierra, un alineamiento planetario que predijo la civilización maya, o, como en este caso particular, al producir una suposición ficticia, me atrevo a confirmar como verdad trascendental que la otra persona no obtendrá las herramientas necesarias para ponerse en mi posición y escriba una declaración como esta misma, que aboga por la defensa de las personas que tienen menos debido a circunstancias independientes fuera de su control.
Pudiese considerarme una persona que tiene las mismas oportunidades que cualquier otra, pero la realidad de todo este tema es que no es más que una mentira maquiavélica, aunque bien intencionada, que le dicen a los niños para no arruinarles el camino de vida que podrían obtener en el futuro si “se esfuerzan lo suficiente” o “si dios quiere”. En vez de prepararles un coctel con doble shot de existencialismo y explicarles que ya tienen su trayecto establecido por causa de sus condiciones de nacimiento que los ubicaron en un grupo determinado con reglas y limitaciones, proponen adoctrinar la esperanza como pilar de fortaleza ante el destino inminente.
Muchos defienden con todo pudor la ideología de que “el trabajo honra y te llevará a donde quieres si de verdad te esfuerzas, sacrificas y no gastas tiempo en distracciones ínfimas” (de acuerdo a este sistema, la última acción tiene un efecto adverso en tu progreso para superarte dentro de la escalera social que son las clases económicas). Aquí entra la apreciación subjetiva de cada lector. El que acepta este planteamiento como verdad absoluta y el que decide negarlo como realidad. Excluyendo mi defecto de optar por cinismo y sarcasmo para implementar mi forma de pensar, la mayoría de las veces, prefiero agarrarme del argumento que no es absoluto y permite otras variables, aunque no dependen de mí, sino del azar.
He presenciado un catálogo variado de situaciones caóticas a mis casi 30 años de vida, (sin contar todas las que me faltan por vivir) para tomarme la libertad de usar el término absoluto “siempre”. Voy… Siempre tendré tiempo para seguir aprendiendo y añadiendo a mi lista de anécdotas aunque de vez en cuando haga sugerencias descabelladas como esta y las denomine como “verdades absolutas”.
Desde el pobre que se queda mísero porque no intentó combatir por su fortuna, el pobre que hizo todo a su alcance y más, pero los astros no le brindaron la oportunidad para superarse; hasta el rico que lo ha perdido todo y como quiera encuentra la forma de sobresalir y vivir a flote por encima de la mayoría de la población, a pesar de sus malas decisiones y formas de pensar. La realidad de este último asunto es que nació condicionado y fue criado en una alta jerarquía. Aunque la vida le haya quitado sus privilegios de nacimiento, siempre tendrá la experiencia y las relaciones interpersonales necesarias para situarse un paso más adelantado en comparación del que nunca tuvo nada y dio todo para conseguir lo poco que tiene.
¡Cómo se quebró mi espíritu y voluntad al haber comprobado de primera mano dicha historia! A la temprana edad de mis veinte y tantos años de existencia fui testigo de todo esto y no tenía el conocimiento suficiente para entender el contexto y las implicaciones que posicionaron a esa persona de nuevo en un nivel superior que lo más probable nunca llegaría a conocer, a menos que no fuera por intervención de la mano de Dios. Sí, Dios con mayúscula porque en este caso, necesitaría toda la ayuda posible de esta creación humana todopoderosa y sus hazañas extraordinarias.
Para algunos, no… Para la gran mayoría de personas que lean este testimonio, verán mi lamento como una protesta sin reclamo o una mera queja por algo que me condicionó al nacer y me integró en un grupo específico sin tener algún tipo de control sobre la decisión. Les recuerdo que estamos todos hechos con el mismo compuesto orgánico a base de carbono, y lo único que diferencia un cuello blanco, heredero millonario y un niño en Etiopía, es que nacieron en un momento y lugar determinado, y no hay nada que podamos hacer para cambiar estar realidad. Solo puedes dar ese primer respiro, crecer entendiendo que nadie consultó contigo para darte vida, y tratar de dar la batalla universal frente a un orden que lo puede todo y tiene la capacidad de terminarte en el momento que así decida.
*Escrito en Macbook Pro
**Editado desde iPad 12