Dicen que la traición siempre viene de la persona que uno menos espera, por eso se llama traición.

La situación entonces se divide en dos planos:

– Evitas que se acerque toda persona, ya que en cualquier momento pudiese afligirte.

– Continúas tu estilo de vida y estarás a la merced de las otras personas. Dejando abierta la posibilidad de que suceda de nuevo.

Ahora bien, una opción te brindaría protección total de daños hacia tu persona. Evitarías una posible acción en tu contra porque nadie estará lo suficientemente cerca para afectarte y enterrar el puñal que tanto tarda en sanar y siempre dejará un herida. Pero también, vivirías una vida menos humana, dudando de todos y en constante tensión para preservar tu salud emocional. No sentirías el calor humano que solo se presencia cuando una persona quiere el bien para ti y puede acariciarte cuando bajas tus defensas.

Mientras que la otra alternativa deja las cosas exactamente iguales. Seguirás siendo la misma persona que deja entrar a sus seres escogidos dentro de su círculo interno. Gozarás al máximo el aspecto humano de las relaciones, pero estarías desprevenido ante la inminente traición que vendrá cuando menos te los esperes. Experimentarás altas y bajas; donde las bajas trastornan tu salud mental y las altas pasan en un abrir y cerrar de ojos.

Esto no es pesimismo, sino realidad. La vida es cruel y rara vez perdona las buenas intenciones frente a individuos que buscan su propio bien, y no el bienestar colectivo, que sería la meta para cualquier ser humano considerado o «bueno.